Al final, como al principio

02/10/2017
TORRES DE LA ALAMEDA
Oreja y dos orejas y rabo
Luis Albarrán
Va terminando la temporada y más parece que la estuviera iniciando. Fresco, vivo, ambicioso, ilusionado, enfibrado, en plena forma. Como si el cansancio lógico de tantos meses al máximo nivel de exigencia y de competitividad no hiciera mella en su mentalidad y en su fondo físico. Diego Ventura no da tregua. A nadie, pero tampoco a él mismo. Sabe quién es y que se espera de él. Sabe que ser líder entraña estar siempre en cabeza. Como una locomotora: tirando del tren de la temporada, también ahora que va terminando. Fue de los primeros en empezar y va a ser uno de los últimos en terminar. No hay tregua. Necesita torear y el toreo -el rejoneo- le necesita. Y ahí está Ventura: imparable. También hoy en Torres de la Alameda, en una de esas tardes que, a priori, pareciera invitar al disfrute y a la prueba, sin presión. En Ventura no. Diego sigue igual al final como al principio. Tres orejas y un rabo cortó hoy en Torres de la Alameda. El remate llegó en el segundo de su lote, un toro que se dejó sin más. Lo justo para que el jinete pusiera todo lo demás. Es decir, todo. Una faena con Fino como base y Dólar como cima. El primero, haciendo de todo para constatar cómo crece su capacidad. Todavía dura el eco de lo que hizo la histórica tarde de Murcia ante el toro Perdido, de Los Espartales. Hoy Fino siguió ganando peso con una actuación solvente y nuevamente capaz, al torear de costado y al clavar de frente, al ir a buscar y al esperar para, en un caso y otro, mandar en cada tiempo de la lidia. Y luego, Dólar. Otra vez Dólar, con el que Diego Ventura dejó un soberbio par a dos manos sin cabezada. Solos el mando del torero desde las piernas y el instinto inteligente del caballo para asumir el riesgo sabiendo que es ahí donde debe ir. Es el summum de la complicidad que es fruto de la doma y del trabajo de muchas horas. De buscar sabiendo que había, que latían en el fondo de Dólar las virtudes para firmar mejorando cada vez cada uno de esos pares que se han convertido en la sensación de la temporada y en la suerte que todos los públicos quieren ver. Y Diego la muestra, sea cual sea la plaza. Por eso éstas, su gente, se le entregan y le corresponden con todo. Como las dos orejas y rabo del premio final. Una pudo cortarle a su primer oponente, manso y que ayudó lo preciso. Probó aquí de nuevo el rejoneador hispanoluso a torear con Bronce en banderillas. Es éste uno de los caballos -quizá el que más- flexible respecto a las posibilidades que le permiten torear de salida y, como esta tarde, en banderillas. Formó Diego un lío con Lío en varios rehiletes al quiebro, eléctricos, como chispazos de genialidad, haciendo la suerte allí donde ésta es suerte a lo grande. Toreando por entero la embestida del toro con los pechos de Lío, que se los deja radiografiar cada vez que clava así, en quiebros inverosímiles. Puso las cortas Diego Ventura con Bombóny con él finalizó la faena, al término de la cual quedó constancia de la superioridad del jinete sobre las opciones que le dio su oponente. Una vez más a lo largo de tantas tardes de esta temporada que se va acabando. Lo dice el calendario, el almanaque cada vez ya con menos hojas. Aunque pareciera empeñarse en desmentirlo Diego, que llega al final como si fuera el principio.