Mereció la pena esperar, Villaluenga…

Mereció la pena esperar para disfrutar de lo que hoy se vio. No pudo ser en su momento por culpa de la lluvia, pero tenía que ser. El festival de Villaluenga del Rosario, su marco y su público no podían quedar en el cajón de lo que se quedó sin ser. Tenía que ser y, visto lo visto, mereció la pena esperar. La tarde fue de puro verano y de pura felicidad. Esa felicidad que emana del toreo que deslumbra y apasiona, que convence y que arrebata. Todo eso hizo hoy Diego Ventura con su toreo en una plaza que se llenó hasta los topes, lo que realzó aún más, si que ello es posible, la belleza natural e innata del coso de piedra y solera de esta rincón de privilegio del corazón gaditano. Cuatro orejas y un rabo coronan la actuación pletórica del jinete de La Puebla del Río. Es la forma en que le corresponden los públicos a su entrega total, a su pasión sin límites, a su sentido de la responsabilidad, a su compromiso para con todo aquél que va a verle a una plaza de toros sea ésta de la categoría que sea, a su generosidad, a su genialidad. Cuando se trata de Diego Ventura, la magia pueda fluir en el momento menos previsto. Queda dicho: no es cuestión de escenarios, sino del momento. De que el Genio sienta la necesidad de desatar su genialidad, su fantasía, su imaginación, su capacidad para ejecutar a caballo y ante un toro (o ante un novillo, como fue el caso hoy) aquello que tantas veces dibujó en su pensamiento. "Por qué no", piensa para sí Diego y allá va Ventura a hacerlo realidad. Como muestra un botón: el par de banderillas a dos manos que clavó hoy a su segundo novillo de la tarde montando a Dólar y sin que el caballo llevara puesta su cabezada. Lo imagina y lo hace. Es la magia. Toda la suerte (que no la fortuna) cimentada en sus piernas para que sean, a la vez, piernas y brazos. Y corazón. Y cabeza. Cabeza de privilegio y corazón ardiendo hasta ser capaz de transmitirle al caballo, al animal, que se trata, precisamente, de eso. Fue el colofón, pero no todo. El todo de Diego Ventura hoy en Villaluenga del Rosario se define y se describe desde lo dicho hasta aquí: la genialidad y la felicidad. Su genialidad y la felicidad de la gente. De eso se trata el toreo. Por eso existe y existirá siempre mientras sea así. Y por eso mereció la pena esperar a que aquella tarde ya lejana de invierno y lluvia floreciera en ésta de hoy de primavera encendida.  
02/04/2017
 Villaluenga del Rosario
 dos orejas y dos orejas y rabo
Soto de la Fuente