Como si fuera para ti, Faustino…

Como si fuera para ti, Faustino. Así ha toreado hoy Diego Ventura en Utrera. Pellizcado aún por el desgarro de tu marcha. Ensimismado en las preguntas que se hace el hombre cuando no alcanza a entender el porqué de algunas cosas, como el porqué de tu adiós. Metido en sí mismo como rebuscando y recreándose en tantos momentos juntos, intensos y puros como tú, con ese aroma tan a La Puebla, tan a familia, tan a tierra propia y a gente propia. Estaba hoy en casa, en vuestra casa. Estaba en esa Sevilla que es madre de La Puebla que para ti, Faustino, fue cuna y para él, acurruco. Como si fuera para ti: con esa misma hondura de tu voz para bordar esos cantes exclusivos de Los Romeros, con esa misma verdad de lo que se dice -de lo que se canta como tú lo cantabas- desde el corazón. Así ha toreado hoy Diego Ventura en Utrera, Faustino: como si fuera para ti... Fue bueno el primero de Albarreal, ¿sabes? Noble. Y se movió también obediente y con buen son cuando el torero lo necesitó, que eso es la nobleza. Esa virtud tan cara que a ti te envolvía como un aura. Pareció este primero uno de esos puñados de versos de José Manuel que nadie sintió y cantó como vosotros, como tú. Y claro, como vosotros y como tú, se rompìó Diego con él en una faena como las sevillanas que le habéis dejado clavadas al tiempo en el alma: de más a más, pura, de verdad, emocionante, rota, honda. A compás esa manera tersa suya de parar al toro con Maletilla. Luminoso, deslumbrante, con la medida difícil de la desmesura, fue el tercio de banderillas con esos dos caballos que se llaman Chalana y Milagro y que llevan la espectacularidad hasta en su manera de respirar. Dos caballos que juntan la edad temprana que todavía llevan en la boca con un sentido del toreo reservado para los maestros a los que el tiempo hizo maestros. Como tu cante y como tu voz, Chalana y Milagro torean de frente: poniendo el pecho por delante porque ahí les late el alma, elegantes a la vez que decididos, acariciando a la vez que burlando la embestida de la bravura para crear con ella la belleza única de la Tauromaquia. Chalana y Milagro baten y quiebran con tu quejío, Faustino, y salen de las suertes dejando a su paso ese poso de vuestras letras inolvidables porque son retazos de la vida misma. Si supieras, Romero eterno, la que han liado hoy estos dos en Utrera, cómo han puesto en pie la plaza, cómo han emocionado... Y cómo remató Remate con las cortas como si tarareara uno de vuestros estribillos que eran sentencias...  Lástima que dos pinchazos previos al rejón arañaran el cristal de faena tan impecable... Por eso fue sólo una oreja. Aunque qué más da si lo que hoy, mañana y siempre recordarán los aficionados que estuvieron en Utrera es que Diego Ventura toreó como si fuera para ti, Faustino... Por eso no se dejó ir el premio grande de la puerta grande más allá de los elementos que soplaron en contra. Hoy Ventura estaba cantando por Los Romeros de la Puebla, de tu Puebla y de la suya, hoy estaba toreando para ti. Por eso se montó literalmente encima del rajado cuarto, un toro de Albarreal desrazado y buscando esconderse en tablas, el lugar al que Diego se fue a su búsqueda tantas veces como hizo falta. Estuvo muy por debajo este toro de cuanto le planteó el torero. No mereció el de Albarreal el brindis más que merecido de Diego a Javier Buendía -otro gesto de artista agradecido- ni el saludo con la garrocha a portagayola con Suspiro. Ni mereció el valor de Maño para llegarle una y otra vez hasta donde quebrarle tan ajustado como exigía su mansedumbre. Ni la entrega tampoco de ese otro dechado de pureza que es Nazarí para hacerle el toreo en esa centésima de segundo, en ese milímetro, en ese suspiro que niegan los toros mansos, pero que Ventura encuentra siempre desde el fondo de su voluntad. Porque la voluntad del genio hoy, Faustino, era torear para ti y triunfar por ti. Para envolverte con el homenaje de su torería, de su magisterio, de su plenitud, de toda esas cosas que tú, como La Puebla del Río, viste crecer desde el convencimiento de que Diego sería algún día el más grande. Hoy lo es como tú lo fuiste con los tuyos, con tus compañeros de versos cantados, con tus Romeros, para renovar aquello que es indeleble y la primera verdad de lo que somos: que somos la tierra que nos acoge y que nos cría, con sus luces, con sus gentes, con su arte y con su música. Por eso hoy, Faustino, Diego Ventura ha toreado como si fuera para ti. Para darte las gracias, Maestro, por tu pureza y por tu verdad. Como merecías, Romero eterno que estás en los cielos...  
05/09/2015
 Utrera
 oreja y oreja
Albarreal